21 años de tu partida.


Hoy no hay mucho que decir, siempre hay mucho qué sentir. Hoy hay unas ganas infinitas de llorar atoradas y que me guardaré. Estos últimos meses han sido particularmente extraños, mucho insomnio y la cabeza que da muchas vueltas, a veces demasiadas, e invariablemente viene a mí esa necesidad física de abrazarte, de escucharte. No puedo creer que a  veces el dolor del pecho es más fuerte, como el del primer día. Alguna vez alguien me invitó a ver “La Madriguera” de David Lindsay-Abaire y debo confesar que no sabia de qué trataba. Es más ese amigo me dijo “te la dedico”. Después de ver la obra, por fin pude poner en palabras algunas cosas que sentía y que sigo sintiendo. El dolor de no tenerte no se ha ido, más bien he aprendido a vivir con él, como decían en la obra, es como una piedra, que pesa, que llevas en la bolsa del saco, ahí está, lo estás cargando y a veces al meter la mano la sientes y te “acuerdas” que la tienes. 


Hoy después de 21 años, estás más presente que nunca. Extraño tu presencia, tu risa, tus manos, tu casa te extraña. Haces mucha falta aquí. Sabes? No puedo borrar de mi mente el instante en que te fuiste, ese segundo que quería que fuera eterno, 2:30 pm del 13 de mayo del 2000 pude ver tus ojitos apagarse y verte dar ese ultimo suspiro. Sé que estás ahora con papá Beto y Mamá Mary, tus papás. Me enoja no poder recordar tu voz (apenas encontré un video donde estabas feliz), me enoja no soñarte, no recordar tu olor, no poder verte por lo menos ahí, ha sido un año rudo donde he deseado irme contigo. No sabes todas las ganas atoradas que hay de llegar y contarte tantas cosas, que me regañes, que me abraces. Sé que esa enfermedad nos cortó muchas conversaciones, muchos abrazos y muchos besos. Esa enfermedad que te fue apagando y tú nos demostraste que a pesar del dolor ponías una buena cara. Perdóname que no soy ni una mínima parte de lo fuiste tú. Perdóname por no ser tan fuerte como tú. He aprendido a tragarme el orgullo, aguantar lágrimas (que a veces salen cuando de plano ya no puedo más), ahogar gritos, pero sin importar la edad que tenga, siempre seré ese niño que extraña y necesita a su mamá. 21 años que mi corazón vive apagado y que la vida no se ve en colores, se ve todo deslavado, ya la gente no me cree (la verdad ya he dejado de decir las cosas y me las guardo, creo que solo tú me entenderías, o regañarías, no lo  sé)


Hoy vuelas libre, no sufres y no te duele nada, pero por favor, ven a visitarme. Extraño tus abrazos y tus manos. Como cada año, recuerdo con dolor el día que nos separamos para siempre. Te amo mamá y te extraño.  Ya van 21 años de besos, abrazos, te quiero y tanto que decirnos. Tenchita, mi princesa, te necesito, te extraño, te amo. 


...and all that jazz!!!

Carlos P.

 

Comentarios

Entradas populares