24 de diciembre, 2019




24 de diciembre, 2019

Hace unos días me preguntaban cómo celebro la Navidad, y mi respuesta es siempre. “Tranquilo, en casa”. Y en este día y parte de la noche la verdad que me he puesto a pensar en cómo he pasado la Navidad. Si no mal recuerdo creo que sólo pase una o dos navidades con mi abuelo, casi siempre se la pasaba con la familia de su esposa y siempre mi mamá y yo estábamos en Comitán, y sin siquiera era una cena ella y yo, sino que era la visita de las 7 casas, con tíos y más tíos, no me malentiendan, estaba bien, pero hoy a la distancia, no tengo un recuerdo de que era el más feliz haciendo eso, la verdad me hartaba, me cansaba, lo sentía como que era un deber saludar a “tíos” (que no eran mis tíos)... no sé como catalogar ese sentimiento. Pasaron los años y cada vez era más difícil pasar las navidades en Comitán, ya sin mi abuelo todo se empezó a complicar, sumado a la enfermedad de mi mamá.

La última Navidad que pasamos juntos, vino una amiga de ella, una tía, mi tía Any, con quien vivo y yo. Mi mamá tenía la costumbre de adornar la casa como si fuera una set para una sesión de revista o el departamento de Navidad de Liverpool, eso la hacía muy feliz, adornar su casa, hacer cosas con sus manos para su casa, para sus amigas. Hace 19 años ella se fue para siempre, y con ella se fueron mis pocas ganas de celebrar estas fechas, intenté unos años ser como ella y tener la casa como a ella le gustaba, al final de cuentas, es su casa. Pero, al hacerlo solo me hacía recordarla y ese dolor creciendo y creciendo. Conforme se acerca esta fecha tengo que ir luchando con el recuerdo, que a pesare que en mayo del 2020 se cumplirán 20 años que nos separamos.

Dejé de creer en estas fechas, cada vez mi familia se va deshaciendo, cada vez más chica y cada vez mas alejada. Una parte porque están lejos y no hay contacto y otra parte simplemente se convirtió en algo que no sé que sea, de esas que abusaron de la confianza (y robaron pues..).

Hoy, tengo cosas que agradecer como el poder estar en el teatro y hacer lo que me gusta, tener amigos, pocos pero que quiero, creanme que les quiero. También es cierto que eso también se está disolviendo de alguna manera y duele, sin embargo así es la vida, los ciclos que tanto me cuestan trabajo procesar.

Esta Navidad, llego con una visión de la vida no al 100% de color, sino deslavada. Ojo, no me estoy haciendo la víctima, así es y ya. Llego a un momento en mi vida en que cada día es más difícil reír y sonreír.

Mi “tranquilo, en casa” es en realidad un ciclo de pensamientos, de repasar hechos, de hubieras y de “y si…”, de hacerme el fuerte siempre, y de cómo no lo logro, de estar cansado emocional y físicamente, de cuestionarme el por qué cada día hay menos risas, de por qué hay días que de la nada sale agua de mis ojos, de decepcionar a mi mamá y no poder tener su casa como ella le hubiera gustado, de que hay días en los que deseo que ella estuviera aquí en mi lugar. De querer estar con ellos y ya. De cuestionarme el por qué no hay color como me dicen que hay. De no sentirme solo a pesar que hay algunas personas a mi alrededor.

¿Que por qué no acepto invitaciones a pasar la Navidad? la respuesta es sencilla: dejé de esperar y creer en estas fechas, ya no hay ilusión ni nada. No puedo llevar eso a otros lados. Habrá que buscar eso que se ha perdido por tantos y tantos años.

Sé que este no es un mensaje navideño como se espera que sea, pero a veces necesito sacar de mi sistema lo que estoy sintiendo.

¿Mi deseo esta Navidad? Que nadie llegue a sentir esto que a veces siento…

…and all that jazz!!!!
Carlos P.

Comentarios

Entradas populares